A menudo nos es difícil
diferenciar un producto audiovisual de cualquier otro artículo a la venta, ver
en el cine una forma de ocio o distracción muy parecida a la que podemos encontrar
en recreativos, salas de juegos, paseos por la ciudad. El séptimo arte no
siempre fue así, no siempre resultó tan inocuo a ojos del espectador, me
atrevería a decir que hubo una época en la que el cine había de tener cierto
compromiso si quería gozar del aplauso en el auditorio. No así hoy.
Sin querer poner el
broche nostálgico al blog/presentación , haré un breve recorrido a lo largo de
la densa historia del cine comprometido con la realidad, documentada fielmente
y sin aderezos. Quizá el largo centenar que éste arte espectáculo ha dibujado
en la historia tenga mucho que decirnos, quizá cualquier tiempo pasado fue
mejor.
Si hablamos de cine
realista, de corte austero y sin ornamenta debemos dirigirnos hasta el
mismísimo inicio del cine, ya que en las primeras exhibiciones de los hermanos
Lumiere nos encontramos piezas de obreros saliendo de una fábrica, planos de
París o incluso trenes que parecían abocados a un choque contra el espectador
al llegar al andén.
Después del
establecimiento de la industria del cine, el área en que se preconizaría esta
idea de cine real o sin filtros sería la Rusia Soviética, que mediante su
teórico Dziga Vértov crearía el cine-ojo, es decir, el propósito de crear un
arte con una objetividad integral, desembarazando a la cámara de todos sus
artificios. Vértov nos dejaría obras maestras como "Tres cantos a
Lenin" o "El hombre de la cámara".
Casi coetáneo a éste
movimiento se producirá el primer documental de la historia, a manos de Robert
J. Flaherty, que con su "Nanuk, el esquimal" pondría el foco en
retratar la realidad tal como es, lejos incluso de ideologías, una tara de la
que no se desprendería el cine soviético.
En las décadas de los 50
y 60 nos encontramos con el cine realidad o cinéma vérité, que recogerá el testigo de esta incipiente industria
documental para perfeccionarla y esculpirla con una subjetividad genuina, no
tanto en la forma de filmar sino en la elección de qué grabar. Se podría decir
que si el cine documental de Flaherty era realista, el cine verité pasaba a ser
un naturalismo fílmico en el que primaban las formas sociales más degeneradas.
Éste
cine de realidad influirá en otras corrientes como el Free Cinema inglés, que,
con la publicación del “Manifiesto de los Jóvenes Airados"
propondrá una alternativa al cine comercial de aquel entonces basado en una
temática cotidiana y ambientaciones muy mundanas en cintas de acción, aunque
alejado de ese tono subversivo que mantendría el cine francés.
En la misma línea de
protesta, se había desarrollado después de la segunda guerra mundial el
Neorrealismo Italiano, con una puesta en escena natural, sin actores
profesionales y con los artificios de efectos especiales relegados a un segundo
plano frente al sentimiento puro en las cintas. Éste movimiento nos deja, aparte
de obras para el recuerdo, unos documentos con una validez fortísima, en cintas
como "Roma, ciudad abierta".
Por la parte que nos
toca, y haciendo un salto peligroso en el tiempo, aterrizamos en los ochenta
para hablar del cine Kinki, tan menospreciado en nuestro país por esa temática
lumpemproletaria, ambientación suburbial, relación con las drogas, dentro y
fuera del set de rodaje en numerosas ocasiones, en cualquier caso, cintas como
"Navajeros", "Colegas" y toda la larga retahíla de títulos
que muchos conoceremos de escuchar a nuestro tío el cinéfilo los domingos, nos
dejan un retrato fiel de la época ambientada en lo que fueron unos barrios
ensanchados hipertróficamente en poco tiempo, unos niveles de paro míticos y un
contacto con las drogas casi constante, puro documentalismo.
Nuestra última parada
será en la Dinamarca, 1995, para explicar la creación de Dogma 95, un
movimiento que promovía un retorno a los valores sobre los que se edificó el
cine francés de la nueva ola, y a una austeridad nunca antes alcanzada si
tenemos en cuenta el desarrollo de que disfrutaba el cine a finales del pasado
milenio. Lo realmente importante de éste movimiento es mantener las sensaciones
que este cine te hace experimentar, pero sobre todo la idea de que se puede hacer
algo grande sin grandes medios o financiaciones detrás. De esta escuela
surgirán filmes como "Dogville" o "Los idiotas", cintas
imprescindibles a mi juicio.
Llegamos al final y si
Ken Loach, Michael Moore, Truffaut, Renoir, Chaplin, Tarkovski, Eisenstein,
Haneke, Kusturica y demás acicates del cine por los hechos me disculpan no
haberles mencionado en éste breve resumen sobre cine comprometido, tendré la
libertad de despedirme.
Carlos Burgos Retamal
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