miércoles, 21 de noviembre de 2018

Cine comprometido


A menudo nos es difícil diferenciar un producto audiovisual de cualquier otro artículo a la venta, ver en el cine una forma de ocio o distracción muy parecida a la que podemos encontrar en recreativos, salas de juegos, paseos por la ciudad. El séptimo arte no siempre fue así, no siempre resultó tan inocuo a ojos del espectador, me atrevería a decir que hubo una época en la que el cine había de tener cierto compromiso si quería gozar del aplauso en el auditorio. No así hoy.

Sin querer poner el broche nostálgico al blog/presentación , haré un breve recorrido a lo largo de la densa historia del cine comprometido con la realidad, documentada fielmente y sin aderezos. Quizá el largo centenar que éste arte espectáculo ha dibujado en la historia tenga mucho que decirnos, quizá cualquier tiempo pasado fue mejor.

Si hablamos de cine realista, de corte austero y sin ornamenta debemos dirigirnos hasta el mismísimo inicio del cine, ya que en las primeras exhibiciones de los hermanos Lumiere nos encontramos piezas de obreros saliendo de una fábrica, planos de París o incluso trenes que parecían abocados a un choque contra el espectador al llegar al andén.

Después del establecimiento de la industria del cine, el área en que se preconizaría esta idea de cine real o sin filtros sería la Rusia Soviética, que mediante su teórico Dziga Vértov crearía el cine-ojo, es decir, el propósito de crear un arte con una objetividad integral, desembarazando a la cámara de todos sus artificios. Vértov nos dejaría obras maestras como "Tres cantos a Lenin" o "El hombre de la cámara".

Casi coetáneo a éste movimiento se producirá el primer documental de la historia, a manos de Robert J. Flaherty, que con su "Nanuk, el esquimal" pondría el foco en retratar la realidad tal como es, lejos incluso de ideologías, una tara de la que no se desprendería el cine soviético.

En las décadas de los 50 y 60 nos encontramos con el cine realidad o cinéma vérité, que recogerá el testigo de esta incipiente industria documental para perfeccionarla y esculpirla con una subjetividad genuina, no tanto en la forma de filmar sino en la elección de qué grabar. Se podría decir que si el cine documental de Flaherty era realista, el cine verité pasaba a ser un naturalismo fílmico en el que primaban las formas sociales más degeneradas.

Éste cine de realidad influirá en otras corrientes como el Free Cinema inglés, que, con la publicación del “Manifiesto de los Jóvenes Airados" propondrá una alternativa al cine comercial de aquel entonces basado en una temática cotidiana y ambientaciones muy mundanas en cintas de acción, aunque alejado de ese tono subversivo que mantendría el cine francés.

En la misma línea de protesta, se había desarrollado después de la segunda guerra mundial el Neorrealismo Italiano, con una puesta en escena natural, sin actores profesionales y con los artificios de efectos especiales relegados a un segundo plano frente al sentimiento puro en las cintas. Éste movimiento nos deja, aparte de obras para el recuerdo, unos documentos con una validez fortísima, en cintas como "Roma, ciudad abierta".

Por la parte que nos toca, y haciendo un salto peligroso en el tiempo, aterrizamos en los ochenta para hablar del cine Kinki, tan menospreciado en nuestro país por esa temática lumpemproletaria, ambientación suburbial, relación con las drogas, dentro y fuera del set de rodaje en numerosas ocasiones, en cualquier caso, cintas como "Navajeros", "Colegas" y toda la larga retahíla de títulos que muchos conoceremos de escuchar a nuestro tío el cinéfilo los domingos, nos dejan un retrato fiel de la época ambientada en lo que fueron unos barrios ensanchados hipertróficamente en poco tiempo, unos niveles de paro míticos y un contacto con las drogas casi constante, puro documentalismo.

Nuestra última parada será en la Dinamarca, 1995, para explicar la creación de Dogma 95, un movimiento que promovía un retorno a los valores sobre los que se edificó el cine francés de la nueva ola, y a una austeridad nunca antes alcanzada si tenemos en cuenta el desarrollo de que disfrutaba el cine a finales del pasado milenio. Lo realmente importante de éste movimiento es mantener las sensaciones que este cine te hace experimentar, pero sobre todo la idea de que se puede hacer algo grande sin grandes medios o financiaciones detrás. De esta escuela surgirán filmes como "Dogville" o "Los idiotas", cintas imprescindibles a mi juicio.

Llegamos al final y si Ken Loach, Michael Moore, Truffaut, Renoir, Chaplin, Tarkovski, Eisenstein, Haneke, Kusturica y demás acicates del cine por los hechos me disculpan no haberles mencionado en éste breve resumen sobre cine comprometido, tendré la libertad de despedirme.


Carlos Burgos Retamal


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